Hace pocos días, durante una reunión con colegiados de Madrid para exponerles de primera mano el programa de nuestra candidatura al Colegio de Médicos de Madrid y recabar sus sugerencias, surgió el problema de las demandas. Éste es un tema al que me referiré en otra ocasión. Ahora querría detenerme en un comentario que hizo un médico de un centro de salud: «En especializada os lleváis las demandas y en primaria nos llevamos las tortas y los insultos».
Es terriblemente cierto. La presión a la que te somete una demanda puede ser grande; pero convertirse in situ en el foco de la ira de un paciente, que te hace responsable de las insuficiencias de un sistema sobre el que tienes poca o nula capacidad de gestión, es una experiencia devastadora.
Llevamos años regulando más y mejor la autonomía del paciente, pero no hemos evaluado si el usuario de la sanidad ha ganado realmente en autonomía, es decir, si participa más en la toma de decisiones a través de un diálogo con el médico. A falta de evaluación, hay indicios de que no hemos avanzado cualitativamente en esta área: el aumento de las agresiones –que es constatable en cifras- es uno de ellos.
Por eso, en nuestro programa insistimos en que a Primaria se la dote presupuestariamente no como la destinataria de las grandes promesas y de las grandes decepciones, sino de manera proporcional a su papel de puerta de entrada al sistema y de filtro de la distribución de recursos.
También por eso en nuestro programa hacemos bandera del tiempo mínimo de consulta: el tiempo permite construir confianza, que es la mejor profilaxis contra las agresiones; pero también, no lo olviden los gestores, persuadir al paciente que exige lo innecesario, hacer verdadera medicina preventiva y paliar la ansiedad de quien es vulnerable. El tiempo de consulta es una de las condiciones básicas de una atención digna para el paciente… y para el profesional.
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